Un Halloween diferente

UN HALLOWEEN DIFERENTE
Por Amelie

31- 10-09

31 de Noviembre. Noche de Halloween. Heme aquí trabajando en el estúpido reportaje sobre este tema que Laura quiere para el especial de la revista. Esta vez, en un alarde de originalidad, (mejor dicho: en un alarde de “buscaos la vida, no tengo ganas de pensar y me apetece humillarte un rato, mucho más de lo que ya te humillo con el sueldo que cobras”) se le ha ocurrido que escribiera sobre algún recuerdo especial que tuviera, dado que soy la única que ha vivido en América. Todos los años me repite esa misma frase, pues todos los años me toca cubrir ese especial. Y, sólo por esta vez, seré demasiado sincera…

Sí. Imagino que Laura creerá que escribiré algún recuerdo banal de cuando era pequeña e iba de casa en casa pregonando lo de “¡Truco o trato!", pero esta vez, analizando a mi entorno social, todos felizmente emparejados, he acabado, mal que me pese, recordándome a mí misma que una frase tan simple como esa, no sólo esconde años de historia para el mundo anglosajón, sino también para mí.

El día en que William Turner, bueno, más bien David Baylor vestido como tal pirata, me soltó “¿truco o trato?” de aquella manera, una risa nerviosa casi me acaba delatando:

- David, ¿Qué haces? Eso lo tenemos que decir los que vamos a pedir golosinas, entre nosotros no vale.

- Es que este es un Halloween distinto para mí, por lo tanto la frase también.

- Vale ¿Y qué sentido le ves si puede saberse?

- Pues “truco” no pararé hasta conseguir mi objetivo; “Trato”: Que tú me ayudes a lograrlo: Ayúdame a conquistar a Diane.

Suerte que mi disfraz de Catwoman llevaba antifaz, si no, David habría descubierto que llevaba enamorada de él mucho tiempo, porque mis ojos empezaron a acumularse de lágrimas. Aunque éstas eran por un doble motivo.

- ¿Diane? ¿Mi amiga Diane? – Pregunté aún en estado de shock.

- Sí. Por eso mismo te pido ayuda, porque eres su mejor amiga y yo no sé cómo acercarme a ella sin tartamudear o hablar demasiado. Quiero saber cosas de ella, sus gustos y demás. Y en eso, tú puedes ayudarme, ¿lo harás?

Y de repente me vi aceptando e involucrándome de una manera increíble. Tenía a mi favor que Diane no sospechaba que David me gustaba (vale, eso no estaba mucho a mi favor, pero así lo veía yo, porque hubiera sido todo muy complicado si mi amiga llega a saber la verdad.) Así que, como digo, me involucré de una manera increíble. Aconsejándole sobre cosas que me hubiera hecho ilusión a mí, como recibir cartas anónimas (y yo era quien le dictaba las palabras que salían de lo más profundo de mi corazón), le hablaba sobre sus gustos musicales, cómo hablarle…

Poco a poco, el plan fue resultando gracias a mis tácticas y… Bah, si me han entrado ganas de escribir esa mierda de reportaje es porque ayer Diane y David van a casarse el próximo fin de semana y mañana cojo un vuelo a San Francisco, para ultimar los detalles.

No sé por qué me entristece todo esto. Intenté consolarme pensando que quizás no era amor verdadero, sólo algo adolescente, pasajero. Pero a decir verdad, desde ese momento me encerré completamente en mí misma y no he vuelto a creer en el amor (aunque no me canse de ver películas románticas). Si hasta procuro tener exceso de trabajo para evitar salir con los amigos que tengo aquí porque, como ya he dicho, están emparejados. No es que me moleste, pero a veces no puedo evitar sentirme fuera de lugar.

Oh, mierda ¿Por qué he tenido que escribir un artículo así? No debería haberme involucrado tanto, no debería haber vuelto al pasado… Mejor será que me vaya a dormir, me espera una semana muy larga.

Al menos alguien va a ser más feliz que yo.

***

Un año después…

Como todas las tardes, se queda trabajando hasta última hora. Diane no se equivocaba en absoluto cuando me lo dijo, se ve que eso de ser tu mejor amiga le da la ventaja de conocerte muy bien. Una suerte para mí, así el avión ha llegado a tiempo.

Bien. Ha llegado el momento. Tecleo ha escondidas un correo y te lo mando. Genial, dejas ese reportaje a un lado para mirar la bandeja de entrada.

De: John havemercy@hotmail.com
Asunto: ¿Truco o trato?

Hola. Sé que estás muy ocupada con tu trabajo, no te robaré mucho tiempo. Es que, esta vez, Halloween tiene un significado totalmente opuesto: Es verdad que ya no tenemos edad para ir de puerta en puerta pidiendo golosinas… Pero me apetece mucho proponerte algo, así que allá voy:

Truco: Sé que somos amigos, pero no me basta sólo con eso, así que no me cansaré de decirte que te quiero, que estoy enamorado de ti y voy a intentar que, poco a poco, tú sientas lo mismo.

Trato: Aunque yo te quiera muchísimo, eres tú quien debe aprender a quererse cada día más. Tienes que creer que vales mucho en este mundo, que no eres sólo alguien más, sino una chica inteligente, preciosa y con las ideas muy claras. Eres única para mí, pero también y principalmente, has de serlo para ti.

Así que ya sabes, esta vez: ¡Truco y trato! Por favor.

PD: He llegado a España hoy mismo. Te espero en la cafetería que hace esquina a tu trabajo. Así me dices si aceptas o no mi idea de que este Halloween sea diferente.

***

A John esta espera se le hacia muy larga, llevando sólo un par de minutos en aquella cafetería. Había visto como ella abría su correo, pero no quiso ver más para no sentir que invadía su intimidad y bajó a esperar una posible respuesta de su parte.

Durante ese tiempo de espera, recordó cómo la conoció, un año atrás, en la boda de su prima Diane. Le pareció una chica encantadora, aunque en el fondo notaba que algo la entristecía, pero se ve que ella hacia grandes esfuerzos por disimularlo, pues disfrutaron bastante de la fiesta.

Después de aquel día, se sorprendió a sí mismo pensando en ella más de la cuenta. Su prima, que se percató de aquello, aprovechó y los volvió a poner en contacto para que su amiga ayudase a John con su Filología Hispánica, por lo que ese verano, él partió hacia España.

Tres meses bastaron para que surgiera una gran amistad, al tiempo que las ya óptimas nociones del idioma iban en aumento para John. Fue así como una tarde y sin que su amiga lo supiera, descubrió y leyó aquel artículo de Halloween del año anterior, titulado Amor en Halloween: Un trato sin trucos.

En ese momento, John comprendió todo mucho mejor. Pero se prometió a sí mismo hacerle ver que no podía cerrarse al amor, que siempre le tendría a él. Y desde ese día empezó a maquinar en su mente el plan que acababa de llevar a cabo.

De repente, sintió que no estaba solo. Se dio media vuelta y ahí estaba ella, sonriente y feliz. Sin una sola palabra, John supo que había aceptado a pasar con él no sólo esa fiesta, sino toda su vida.

FIN

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